El triunfo de la democracia liberal.Crítica de las concepciones procedimentales de la democracia
El pasado siglo XX ha sido considerado «la era de los extremos» o un «largo siglo de violencias». Pero también «el siglo de la democracia». A diferencia de aquellas otras perspectivas, ésta última – propia de lo que con cierta sorna se denominó «transitología» – tiende a ofrecernos una imagen de dicho siglo como una etapa de progreso -con algunos avances y notables retrocesos – hacia sociedades no sólo más democráticas sino también más justas. La realidad no es sin embargo tan alentadora. Y no sólo por que la propia democracia ha tenido un evidente lado oscuro, porque sus sendas hayan transcurrido entre la violencia y la globalización o porque esté aquejada de una crónica crisis de credibilidad y participación. También porque hoy sabemos no poco de las profundas desigualdades sociales, del aumento de la pobreza y de las situaciones de miseria y exclusión social que afectan a importantes sectores sociales, incluso en las sociedades democráticas. Pese a todo ello, rememorando y actualizando las esperanzas que hacia finales del siglo XIX y principios del XX tuvieron Tocqueville, Bryce, Weber o Kelsen acerca de la existencia de un movimiento imparable hacia la democracia, no pocos analistas contemporáneos han certificado el definitivo triunfo de la democracia o, más concretamente, de la democracia liberal. El sustento teórico y empírico de dicha tesis se encuentra en las características y los resultados de buena parte de los estudios recientes sobre los procesos de democratización y en las concepciones procedimentales de la democracia que les subyacen.
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